lunes, 13 de junio de 2011

TODAVÍA SIGO PENSANDO EN ELLOS

Entrevista realizada a Lázaro Saavedra el 1 de octubre de 1999

Querido Lázaro:
Espero que al recibo de esta no te encuentres en casa, y sí en una beca. A la conquista de nuevos continentes; que no te puedes quejar: Alemania, Japón, y Estados Unidos, aunque la de Houston no haya sido muy buena experiencia, pero algo debe haber dejado. ¿O no?
Mucho tiempo ha pasado desde aquel enero de 1986. Eras un PURÉ. ¿Todavía te acuerdas? La galería tenía un nombre demasiado corto y nada rimbombante: L. Primera exposición: Ana Albertina Delgado, José Adriano Buergo, Ermy Taño, Ciro Quintana y tú.
Oh, Lázaro. ¡Qué tiempos aquellos que ya pasaron! Por más que hago memoria, no logro dilucidar si ya llevabas tus raras patillas. De ser así, bien que hubieran podido ser la manzana de la discordia. ¿No hubo discordia? Bueno, dejemos eso. Tus razones habrás tenido para dejar de ser PURÉ.
En definitiva, por tu carrera en solitario decidí entrevistarte. De la charla --por eso te escribo-- perdí los apuntes. Solo he encontrado una pregunta que, como verás más adelante, la ubico al final. Para conformar esta instalación de tus instalaciones, en fin, representación de tus representaciones, he hecho derroche de memoria. No olvides que el periodismo también es un arte, en el cual todo está permitido. Disculpa la apropiación de los títulos de algunas de tus muestras.
Yo estoy en La Habana, y te saludo donde quiera que estés.

                                                                                              La periodista

Pintar lo que pienso, pensar lo que pinto
Cuando PURÉ se hizo tenía una gran deuda con la obra de Borofsky. Incluso nosotros lo pusimos y lo manipulamos también. Fue una de las novedades que caracterizó al grupo. Anteriormente los artistas tenían como una vergüenza mostrar las deudas, pensando que estaban copiando. Y nosotros hicimos de la copia una cosa abierta, explícita.
En la primera exposición había una figura calada que había hecho Ciro, muy influenciada por Borofsky, y entonces se le puso el globo que decía: No, no; no es Borofsky, soy yo Ciro.
En la segunda y la tercera exposición que hace PURÉ había dos muñecones hechos en papier maché que daban entrada al interior de la instalación. Uno tenía una cadena atada a un pie que terminaba en un bastidor. Y en el bastidor estaban escritos los nombres de todas las deudas profesionales. Una onda texto de documental: Agradecemos a la transvanguardia italiana, a Borofsky, David Salle, Basquiart y otros.
El enfoque era muy divertido para el público. Las obras siempre estaban cargadas de humorismo. La gente se divertía entrando en las instalaciones, la pasaban bien. Como dijo Mosquera: el carácter festivo contrastó mucho con la extrema seriedad de aquellos momentos en las galerías y en el arte cubano. Fue una de las motivaciones: hacer este tipo de producción un poco apartándose de la mortandad visual, del cansancio, cuando entrabas a una galería.
Curiosamente una mujer que venía de Estados Unidos, nos comentó que no teníamos nada que agradecerle a ellos. También la apropiación que hicimos fue a nivel de ropa, para meter a otras gentes dentro. Que era lo que ella veía. A ella no le interesaba tanto la apropiación formal, como los problemas que estábamos planteando, muy apegados a la realidad cubana.

Comprender la realidad
La cabeza mía ha cambiado mucho con respecto a los temas sociales, a la realidad cubana. Tuve una época en que dudé hasta qué punto a los artistas les interesa el tema con el que están tratando, o simplemente lo utilizan como pretexto para llamar la atención sobre la obra.
Es una gran duda que tengo: si me tiene que interesar el tema; o si mi papel es llamar la atención.  Son preocupaciones éticas, ahí todo se desdibuja y se vuelve muy complicado.
También las obras me funcionan a veces como un mecanismo para tratar de comprender la realidad. Cuando me distancio de la obra, empiezo a entender muchas cosas o a llegar a vías.
La instalación de La Paladar  no la pude hacer aquí; las instituciones a través de las cuales la presenté como proyecto no les interesaba. Hay cosas que voy a trabajar sobre la realidad cubana, y digo: esto no tiene ningún sentido, que me ponga a hacer esto, porque no va a tener ninguna salida, y se va a quedar aquí, en el bloc.

Historias para historiadores
Siendo pequeño me pasaba el día dibujando, en general salía poco. Al lado de mi casa vivía un matrimonio con dos hijos. Procedían de Pinar del Río. El señor, que devino en mi barbero, fue uno de los primeros que estimuló lo que hacía. Victorino me dijo que siempre tenía que firmarlo. Gracias a él conocí que existían la pintura, los pintores. A pesar de ser una familia muy humilde, él tenía una cultura bastante amplia.
Generalmente los barberos son así, a veces muy sabelotodo. Y él en especial que era masón. Ya murió. Trataba de hacer profecías conmigo: de que si iba a ser algún día alguien importante. Y cosas de ese tipo, que el ego te lo ponían sabroso.
Cuando niño, para mí el arte no era una profesión. Lo primero que quería era manejar tren, ser cosmonauta, médico. Mientras soñaba con todas esas cosas, lo que hacía como un loco las 24 horas del día era dibujar. Siempre dibujé. Aprovechaba la menor oportunidad de que me dieran un espacio.
La vieja mía, que es guajira, llegó aquí prácticamente analfabeta. En aquella época estaba la lucha por el sexto grado. Ella, después de su horario de trabajo, se iba a una escuela. Como eran aulas de primaria, quedaban los libros de los muchachos de cuarto, quinto y sexto grados. Tenía acceso y veía muchos gráficos que había en la pared, por ejemplo el sistema planetario. Me atrajo y ya luego lo sabía dibujar.
Un buen día en mi clase leyeron el cuento del conejo que se fue a la luna. Había que ilustrarlo. Empecé con el conejo y la Luna, y la Luna me dio pie para hacer la Tierra, y la Tierra me dio pie para el Sol, y después el Sol con todos los planetas. Había oído decir que el Sol tenía manchas, y le puse las manchas.
La maestra que no conocía el proceso se quedó loca con aquello. “¿Y esto? La Luna. ¿Y eso que tiene la Luna? Los cráteres. ¿Y el Sol por qué está así? Las manchas”. En vez de preguntarme, salió corriendo con la libreta,. Fue muy cómico, yo que conocía el proceso me parecía muy normal. No podía entender por qué la profesora... Bueno, me gustó llamar la atención. Uno se siente bien con esas cosas.

El pensamiento de la imagen, la imagen del pensamiento
Fui un desastre en primero, segundo y tercer año del ISA. Recuerdo que para ver si iba a las pruebas de Inglés, tiraba un medio. Me fui a un Mundial de Movimiento Obrero estando en tercero. Claro, por otras cuestiones: me pasaba toda la madrugada pintando. Ya estaba encaminado en una propuesta personal. Coincidía que el primer turno que tenía era Movimiento Obrero. Me quedaba dormido, o no me daba la gana de levantarme. Me mandaron de cabeza por ausencias; fue una cosa monstruosa la cantidad de ausencias que tuve. Además la asignatura la detestaba.
Tuve que meterme una cantidad de libros en la cabeza: todos los documentos de Hortensia Pichardo, todos los libros raros que existían de Historia de Cuba. Porque ya me vi el ISA en la punta de la piragua. Milagrosamente me gustó Movimiento Obrero, me estaba leyendo las fuentes; no eran las citas y todas las cosas  que a veces te tergiversaban. Incluso pude entender a profundidad la transición lógica y natural que tuvo todo el proceso de independencia; deconstruí esquemas que tenía sobre la figura de Carlos Manuel de Céspedes, empecé a ver a la gente un poco más de carne y hueso.
Igual me sucedió con Economía Política. Suspendí Economía Política del Capitalismo, creo que fue, o la del Socialismo, no recuerdo, porque no estudiaba... Los exámenes eran hablados, y yo desde el punto de vista verbal soy un desastre. Después me di cuenta que lo que sucedía, además de mi desastre lingüístico, era que no dominaba el contenido.
Fui a las fuentes y un poco que empecé a actuar como el abogado del diablo. Hubo muchas cosas que encontré en esos libros que se podían volver contra las mismas cosas que a veces me estaban diciendo.
Ya en el ISA le cogí el gusto a investigar, incluso por la propia obra mía. Generalmente uno de los temas que se fue repitiendo era el social. Me vi en la necesidad de acudir a las mayores fuentes de Sociología; eso fue ya en cuarto, quinto año.
Conocí de una Sociología aplicada a la Historia del Arte. En aquella época en el ISA no dábamos nada. Descubrí huecos en la biblioteca con informaciones sobre Sociología; prevalecía el esquema ya bastante quemado y manoseado de la Historia social del arte, de Hauser.
Pero existía gente mucho más interesante que después fui encontrando por mi cuenta. Gracias a Dios una vez hubo una entrada de libros valiosos, nuevos, se renovó la información. Por lo menos de las tres líneas fundamentales para enfocar el arte, ya sea a través de la Semiótica, de la Psicología o de la Sociología.
La conciencia de profesión, de tu deuda respecto a un pasado, la empiezo a adquirir. Y por supuesto gracias a profesores hay toda una concientización de muchas cosas, una actualización.
Como sucede también en la ciencia, que si te están enseñando las Matemáticas desde los griegos hasta el siglo XVII o XVIII, es una enseñanza incompleta. Después cuando te enteras de que existió un Lobatschewskij que puso en crisis a un matemático griego, te caes patrás.
En el ISA un poco que empezamos a conocer a los Lobatschewskij que habían puesto en crisis las teorías euclidianas... Habíamos oído hablar de estos nuevos muchachos que ya venían: Flavio, Cuenca. No eran muy bien recibidos por las generaciones un poco más viejas y conservadoras con respecto al arte.
Sí hubo una real conciencia de mi profesión fue tristemente muy tarde, estando en el Instituto Superior de Arte.

¿Qué tienes de común y de no común con los de tu generación?
De no común que casi ninguno está aquí, y de común que todavía sigo pensando en ellos.

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