lunes, 27 de junio de 2011

ADIGIO Y EL JUICIO FINAL

Entrevista realizada a Adigio Benítez el 17 de febrero de 1999


Ángeles  que expulsan a los condenados hacia el infierno, Caronte y la barca, María la madre del Salvador, el antro de los demonios, San Juan Bautista, San Bartolomé Apóstol, la cruz, la corona de espinas, ángeles con trompetas, y Cristo juez.
Los ojos de Adigio no se paralizan; piensa que si la contemplación deteriorara...  Lleva horas dentro de la Sixtina. "El Juicio suscita en nosotros el vivo deseo de profesar nuestra fe en Dios, creador de todo lo visible y lo invisible. Y, al mismo tiempo, nos impulsa a reafirmar nuestra adhesión a Cristo resucitado, que vendrá el último día como juez supremo de vivos y muertos. Ante esta obra maestra confesamos a Cristo, rey de los siglos, cuyo reino no tendrá fin" --había expresado Juan Pablo II  luego de la restauración concluida en 1994.  El Juicio Final ocupó ocho años en la vida de Miguel Ángel Buonarroti, hasta que la obra fue revelada al público el día de Navidad de 1541. 
Adigio, poco a poco,  visiona la creación. Es entonces cuando entiende que su  lectura será otra entre tantas. La obra obviará  el mandato que había recibido Moisés en el monte Sinaí: no consentir la representación de Dios.

Estoy trabajando, lo que pasa es que es un proyecto que no puedo dedicarme a él porque es muy ambicioso. Fue una idea de un amigo venezolano, es un arquitecto urbanista, cuando en 1994 estuve seis meses trabajando allá en una galería. Fue precisamente el que me llevó  a mi primera exposición en Venezuela en el año 1993. Es un hombre de una posición económica muy buena, a él no le interesa hacer papel de galerista, ni de marchante, sacar ningún provecho de las pinturas, pero bueno se hizo muy amigo mío y me hizo una sugerencia: en estos momentos que está la restauración de El Juicio Final de Miguel Ángel, por qué no haces una versión tuya de eso.
Trabajaba para la galería y tenía un compromiso, entregar mensualmente un cuadro y algunos dibujos, pero me quedaba tiempo y fui haciendo bocetos, dibujos, croquis, basado en esta misma apropiación de El Juicio Final combinada con figuras mías. También exposiciones, mandar obras a las galerías, muestras colectivas, es decir, hay que hacer un gran trabajo. Se ve uno forzado, también por problemas económicos, por vender.
Este conjunto, bastante complejo, tiene al menos una docena de obras, y grandes, sobre todo el cuadro central donde aparece Cristo juez rodeado por una serie de figuras, algunas están en el mural de Miguel Ángel pero también están acompañadas por figuras mías. He estado por momentos trabajando en eso. Pero no puedo dedicarme todo el tiempo, ¿con qué como? ¿no es verdad?
Si tuviera un patrocinador que me dijera: ponte a trabajar un año y no te preocupes que te doy cierta cantidad todos los meses, después la obra pudiera ser de él, es decir, el conjunto de la obra y pagarme lo que resta. Entonces pudiera alejarme de esa necesidad de hacer obras para determinado lugar.

Soy muy severo
Estuve en la escuela preparatoria de San Alejandro, había que pasar dos años primero y después creo que eran cuatro más o seis, no recuerdo. Tenía a Adriana Billini en Dibujo, en Escultura a Ramos Blanco, y Esteban Valderrama era en ese momento el director y profesor de Perspectiva; en Historia del Arte a María Ariza. Estaba en la clase de Dibujo, Manuel Vega; Romañach en Colorido, tenía una auxiliar que era la que daba las clases y él iba de cuando en cuando a revisar los trabajos. Ya estaba un poco viejito.
Cuando había pasado los dos de la anexa y los dos primeros de San Alejandro, tuve que irme a trabajar a la Cerámica de Santiago de las Vegas. Empecé a colaborar con dibujos, caricaturas, primero en un periódico de Santiago de las Vegas, La Voz del Pueblo, y mandaba colaboraciones al magazine Mella.
Hice también algunas con Hoy y cuando me gradué en 1949 me llamaron para que trabajara regularmente allí. Estuve hasta 1953, que fue cuando lo clausuraron por el asalto al Moncada. Después pasé al Canal 2 de Televisión en agencias de publicidad y también mandando colaboraciones clandestinas a La Carta Semanal.
Desde mi más temprana juventud, prácticamente desde mi niñez, mi familia estuvo asediada por la policía de los diferentes gobiernos. Mi papá y unos cuantos tíos pertenecieron al primer Partido Comunista. Me crié en ese ambiente. Con mis colaboraciones en Mella y  Hoy, empieza a aparecer mi nombre.
Ellos me conocían como el dibujante del Partido Socialista Popular que trabajaba en el periódico Hoy y el magazine Mella. Al pasar a Hoy, ya no colaboraba con Mella, quien lo hacía era Virgilio. Clandestinamente firmábamos con seudónimos. En el magazine Mella firmé como Laura; después Virgilio cogió el mismo seudónimo y empezó con mucho trabajo contra la policía. Les molestaban mucho unos muñequitos de Virgilio en Mella: el perro Pucho y otro que se llamaba Luis y sus amigos.
En agosto de 1958, esperaron que saliera de una agencia de publicidad que estaba en Línea, casualmente el apellido del que la dirigía era Ventura, igual que el esbirro. Prácticamente me secuestraron. Me metieron en el BRAC; fueron a la agencia de publicidad y buscaron los files de las documentaciones para los anuncios publicitarios. Encontraron uno que era de animales y se lo llevaron para demostrar que yo era el de las historietas de Pucho.
También registraron mi casa; tenía una exposición preparada de lo que hice en la década de 1950. Había muchos cuadros de carácter social. Ellos buscaban algo que fuera más comprometedor. Yo tenía el cuadro de Jesús Menéndez, lo tapé con otro que consideraba no tenía importancia. Se veía el asiento trasero de una guagua, en aquella época era el de fumar, y entonces está un obrero blanco dándole a encender un cigarro a uno negro.
Pensaron que el que había hecho ese cuadro era el mismo de las historietas de Luis y sus amigos. Se lo llevaron. Lo sacaron en el calabozo y me intimidaron con que el autor era el mismo de los dibujos en Mella de Luis y sus amigos. También sacaron el file de los animales, había perros. Negaba todo, pasaron días y siempre me llamaban para el interrogatorio precisamente a la hora de almuerzo, era una forma de tortura. Bueno, milagrosamente no me dieron golpes.
Soy muy severo al juzgar los primeros dibujos que hice en esa década de 1950, luego traté de afinar la línea. Ese es un trabajo rápido, hay que coger una idea o un tema acordado en las reuniones de redacción y enseguida hacerlo. Como quedara, así salía.
No quisiera que dijeran que mi arte es un panfleto. Hay momentos en mi trabajo que son más comprometidos que otros, estoy muy contento de haberlo hecho así. Considero que es una manera de participación del artista no dar la espalda a esas luchas del pueblo.

Aunque no sea el camino elegido
No es que pretenda con la poesía sustituir la pintura y el dibujo. Desde niño tengo pasión por la poesía; mi padre me leía. Leía todo lo que caía en mis manos, todo lo que podía. No me gusta hacer comparaciones, ni en las artes plásticas, ni en la poesía. Para mí todo lo que sea de valor, que tenga más afinidad conmigo, con mi modo de ver las cosas, lo admiro y respeto. Sé apreciar lo que se hace en otras direcciones, aunque no sea el camino elegido por mí. En las artes plásticas he tratado de aprender de todas las escuelas y en la poesía leía de todo: del siglo pasado, lo más moderno.
Tuve mucha amistad con Pablo Armando Fernández, con Pedro de Oraá. En un viaje a China, debe de haber sido en el mismo 1959 o en 1960, fue la primera delegación cultural que salió después de la Revolución, presidida por Vicentina Antuña, estaban trabajando intensamente en su poesía Fayad y Pablo Armando.
Los veía y me puse por mi parte a escribir, hice un grupito de poemas. Al regreso, Fayad Jamís, que era el editor de la librería La Tertulia, los vio. Venía haciendo unos cuadernitos muy pequeños e interesantes; me dijo: oye, te voy a publicar en La Tertulia. Seguramente para la crítica debe de haber ahí cosas malas, no logradas.
Seguí haciendo, quizás me lo tomé un poquito más en serio pues vi que no tenía tan mala acogida. Posteriormente reflexioné: lo mejor que puedo decir en poesía tiene que ser la vinculación de la poesía con la pintura, primeramente soy pintor y dibujante. Hice Poema del pintor; pienso reeditarlo porque fue solamente una plaquette. Me costó mucho trabajo para que en la UNEAC se hiciera, en aquel tiempo no se editaba nada.

Papirotes
Cuando era joven, creo que no me hacía autorretrato. En el trabajo actual utilizo mucho figuras de papel que son autorretratos sugeridos, algunas tienen no solamente mis facciones sino que además llevan espejuelos. Esas son más remarcadamente autorretratos. A las figuras que hago de papel les llamo papirotes.
Puedo presentar cosas que desde el punto de vista serio no pudieran ser, sacrílegas. En la vida hay cosas que se pueden relacionar con lo diabólico y hacen en determinadas situaciones un efecto sarcástico. El autorretrato puede ser un personaje que irónicamente tiene una representatividad muy grande, muy masiva.
Empecé a hacer esas figuras en que se mezcla, como el retrato de mi hija Surnai donde aparece ella con un cocodrilo al lado. Esa unión de lo natural con lo imaginario me llegó también en el contacto con los jóvenes, porque como siempre fui profesor... Me impregné de ese espíritu de búsqueda, de investigación, y tomé un camino muy frecuentado en esta época contemporánea, en el cual los jóvenes cubanos han trabajado mucho también, que es el de la apropiación.
Aquellas figuras que combinaba con figuras naturales, también las empecé a mezclar con figuras de apropiación del arte universal, de cualquier lugar y de cualquier época. Pero también hice lo contrario, cogí la figura misma que habían hecho otros pintores o escultores a través de la historia del arte, y las convertí en papel.
El resultado ha salido sin que me haya puesto a buscarlo, sino naturalmente, en el propio trabajo diario. Sucedió que empecé a ver que se podía unir en una obra el tiempo, las distancias. Entonces hice obras mayores, prácticamente murales, donde aparecían muchas figuras; por ejemplo, la primera fue alrededor de Frida, que se llama Encuentro con Frida, donde puse obras de pintores latinoamericanos en torno a Frida, y no solo latinoamericanos sino también un norteamericano, es decir de todo el continente. Las figuras que tomaba de otros artistas en determinados lugares, sobre todo en la cabeza, en el rostro, se convertían en papel; la propia Frida también.
Me parece que es una cosa interesante, importante, eso de poder en una misma situación, en un mismo contexto, unir pintores o escultores tan distanciados, en diferentes siglos y en lugares del globo muy distantes.

Diferente y distinto
Hay artistas que revolucionariamente han cuestionado a los anteriores y han sido rebeldes, como Marcel Duchamp, pero han querido terminar con el arte, han negado todo. Esas son posiciones en el transcurso del propio desenvolvimiento de la historia del arte: se van haciendo aportes en los cuales se cuestiona lo anterior y a la vez se asimila. Ese cuestionamiento es digamos un trampolín para crear, y eso es muy positivo.
Es muy bueno que el artista cuestione a otros artistas anteriores, pero no pueden negar que ellos no nacieron de generación espontánea sino que están basándose en lo que hicieron los otros anteriormente. A pesar de todo lo que nieguen están pasando por un peldaño, por otro peldaño, para seguir caminando.
Hay veces que me han hecho la pregunta de qué pintores me han influido más, ha sido muy difícil. Ha estado siempre en mí, y de lo cual me alegro, una especie de estado, no conscientemente, sino una cosa de mi propio carácter y de mi propia manera de ser, de no copiar o no seguir en la órbita de ningún otro artista. En el arte no se puede repetir lo que hizo otro.
Bueno influencias, no existe en el mundo ningún pintor que no haya tenido influencias, pero una cosa son las influencias y otra la independencia que uno tiene que tener. Siempre he estado tratando de buscar lo mío, porque soy diferente y distinto a todos los otros artistas; cada uno es diferente al otro.
Lo que sí considero, me voy a atrever a decirlo, no sé lo que dirá la crítica, que ese desarrollo que he tenido, con ese agregado de elementos que he ido juntando, me ha llevado en la década de 1990 a una pintura que tal vez ha sido más cuajada, en mi propio proceso de evolución como pintor...  me parece a mí.
Le tengo pánico a repetir... estoy repitiendo los temas, son cuadros diferentes todos, eso no es realmente grave. Hay pintores que prácticamente se han pasado la vida con un tema.
Sin ser religioso, seguí una máxima religiosa que dice: es digno del cielo el que intente escalarlo. Considero que toda persona debe tratar de llegar a lo más alto, hacer lo mejor que pueda su obra. Tal vez por eso es que me dicen que siendo un sextuagenario sigo buscando, y a veces me parezco a los jóvenes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario