Al fin el fin. Última aproximación a la pintura cubana contemporánea. En el viaje unas cuantas sillas al borde del camino: pereza, desengaño, decepciones, tristezas; o sea la vida que no es como quisiera. Pese a tantas paradas, conjeturo el desenlace. Muy bueno para mi proyecto de libro, y no tanto para mi alma. Pero... los profesionales no deben dejar que sus rutinas de trabajo sean afectadas por las emociones.
Con este aliento de sobreponerme a todo, me encamino al diálogo con Ernesto García Peña. Él, llega a mí con las mejores cartas de presentación: especialmente recomendado por Antonio Vidal. Yo, por estos días, no soy buena compañía ni para un gato callejero.
La primera magia ocurre al revisar catálogos de su obra: es un bálsamo para el espíritu. Paz, amor, deseos esperanzados, sensualidad sosegada, erotismo indefinible. En sus desnudos, las pelvis enmudecen para sugerir.
Su paleta produce el mismo éxtasis que las descripciones de Anaïs Nin en su Venus erótica: "El espectáculo era un hechizo. La piel no tenía defecto alguno, y los labios eran rosados y llenos. Pensó en la hoja del caucho de la que brota una leche secreta cuando se la presiona con los dedos, una secreción de olor particular, como la de las conchas. Por ello Venus había nacido del mar llevando en ella el pequeño núcleo de miel salada que sólo las caricias podían extraer desde las ocultas profundidades del cuerpo".
El ánimo con que asistí a la conversación con Ernesto García Peña, ante sus palabras y sus lienzos, se fue metamorfoseando. Le debo por siempre la devolución de mi calma interior; aunque exacerbara esta maña casi masoquista de remover mis recuerdos. "No miraré a tus ojos para que no me desarmes. Un inmenso silencio será el preámbulo del hallazgo... Las manos marcan la silueta, inventan la suavidad de tu piel. Los ojos se cansan tratando de encontrar huellas de otros cuerpos. Tu boca me tienta y la mía te recorre hasta dejarte intacto. Te descubriré temblando. Espantaré la lujuria y te amaré sin prisa, como si fuera mi única vez".
Todos mis hermanos tienen algo que ver con el arte. Tengo un hermano, que después se descuidó, aunque pinta como aficionado. Estudió en la Escuela de Arte de Matanzas antes del triunfo de la Revolución.
Tengo una hermana, Oneida García, que le gusta mucho escribir, y actualmente es una de las máximas triunfadoras en certámenes de aficionados en la provincia de Matanzas. Lo mismo te escribe un cuento que una poesía. Le gusta crear para los niños.
Otra hermana, antes del triunfo de la Revolución, se ganó una beca en San Alejandro. Pero la lejanía, la pobreza, el miedo al enfrentamiento con la ciudad, hizo que ella no pudiera venir y se tronchó esa posibilidad. Ahora es una perfecta ama de casa.
Y ahora tengo un hermano que es un talento en relación a la Plástica. Es brillante, pero no tiene interés en disciplinarse. Le interesa más vivir.
Su familia, ¿qué espacio ocupa?
Tengo tres hijos. La relación con mi familia es fundamental. Es tal vez lo que me estimula a crear. Sé que para trabajar no dependo de ella, no estoy limitado en ese sentido, amarrado a la necesidad de tener... En eso soy muy fuerte, capaz de sobreponerme a cualquier cosa y ponerme a trabajar, que mi obra no se pare.
Perdí a mi papá, una gente que amé y amo extraordinariamente, con unas cualidades humanas tremendas. Si alguien ve algo de mí positivo es gracias a él, esa cualidad la tenía él incluso más superada. Mi mamá. Tengo una relación muy buena con mis padres, siempre los respeté mucho, jamás en la vida les di oportunidad de pegarme, me bastaba con un regaño, una mirada. Fueron muy cariñosos. Tuve la posibilidad de ver el amor de ellos por más de 50 años. Desde los 13 eran novios, una vida entera.
Cuando mejor me siento es cuando hay armonía en la familia, y cuando me siento correspondido en mi amor. Eso ha permitido que pueda crear con más efectividad.
Según Manuel López Oliva, su obra se define por evocar sensualismo y dimensiones eróticas. ¿Considera que su obra, o una parte de ella, es erótica?
En los últimos años mi pintura... no sé si el término erótico... pero sí, siempre he hecho una obra que tiene una carga erótica, me sale muy natural.
Cuando estudiaba en Cubanacán, todavía tenía el arique arriba, en aquel tiempo Fernando, profesor mío, excelente pintor, tenía un sentido del humor muy especial, dosificaba la ironía hasta donde uno lo merecía según las características de cada cual.
Entonces Fernando propone tema libre y hago una pareja. Esa pareja está sentada en un parque, tiene un boceto de bicicleta detrás. Y me dice: "tú deberías esperar a que se pusiera la exposición de Servando Cabrera antes de seguir copiando el cuadro".
"¿Quién es Servando Cabrera? ¿De qué cuadro me está hablando, profesor?" Él al principio pensó, como no me conocía, que era mentira mía. Después se dio cuenta que de verdad no sabía nada.
Fernando era muy amigo de Servando Cabrera: "¿qué tú vas a hacer hoy? Vamos a ir a casa de Servando". Cuando entré había un cuadro que era exactamente igual a lo que yo estaba pintando. Era increíble la correspondencia. Ahí conocí a Servando Cabrera, que no fue profesor directo en el aula, pero sí en la vida y después llegué a tener esa influencia.
Con los años descubrí por qué coincidimos. Servando tenía la gran capacidad de demostrarme y demostrar a la gente de que él podía influenciarme a mí, pero que yo era yo, y que él era él. En el catálogo de mi primera exposición, él escribe las palabras.
Lo que sí me di cuenta leyendo entrevistas de Servando, no sé por qué él nunca, no he leído, reconoció influencias de Carlos Enríquez. Y realmente yo no conocía a Servando, pero sí a Carlos Enríquez.
En el año 73 decidí meterme a pintar con el sensualismo, la obra que me gusta hacer. Carlos Enríquez lo mismo te pinta una pareja, que una casa, sensualmente. Es lo que pienso que existe igual en mi obra.
¿Qué tienen en común sus caballos con los de Carlos Enríquez, o con los de Chagall? ¿Reconoce también influencias de Chagall?
Carlos Enríquez para mí es una gente importantísima. Al principio la influencia fue natural, un poco ingenua; después uno investiga y aprecia con más rigor. A lo mejor si hubiera nacido en otro país, su obra hubiera sido más reconocida internacionalmente.
Pienso que sí, no te puedo decir que sea totalmente formal, pero sí en el concepto. Hay un sentido de resolver conceptualmente la forma en Carlos Enríquez, que sí tiene que ver con lo que hago. Por ejemplo, el lograr yuxtaponer, resolver la forma de una manera que dé la impresión de transparencia, limpieza.
No pretendo copiar la realidad, hacer lo que la fotografía, eso no me interesa. Creo que tengo la posibilidad de expresarme si combino lo que me ha dado la naturaleza en ese sentido; es decir he reflexionado y no tengo por qué limitar mis posibilidades.
A veces hago una carga un poco más realista en determinado momento. Algo que me enseñó el arte abstracto, y antes que este conceptos pictóricos, es que lo primero es lograr expresarte. Uno tiene que demostrar que tiene algo que decir, si no ¿para qué lo hace? No por oficio; en eso pienso que está la poesía. En lo que hago, parte del cuadro, es muy descifrable para cualquier persona, pero hay otras que ya han tenidos soluciones formales y técnicas de otra complejidad.
Trato de lograr que la gente empiece a ver formas, y yo mismo con el tiempo recrearme en eso. Es que el espectador es un poco creador; si le das todo masticado, puede decirse que hay cierta frialdad en la recepción.
Trato siempre de motivar, atrapar la atención del espectador, y después meterlo en el asunto, que siempre que vea el cuadro se sienta bien y que un día descubra cosas que ni yo mismo he descubierto.
Ud. fue maestro de algunos de los pintores de la Generación del 80...
Fue una generación excelente. La labor que hizo posibilitó... realmente refrescaron la visión del arte en Cuba. A partir de la enseñanza que recibieron, su arte fue diferente.
Algunos de ellos pudieran estar confundidos en algunos aspectos, tal vez porque eran inmaduros, estaban empezando. Pero creo que aquí se trabajó mal en ese sentido, y se tomaron medidas de estímulo hacia la salida de ellos del país.
Se atrevieron a criticar y cuestionar diferentes cosas que pasaban, y me da la impresión, puede ser que esté totalmente equivocado, que les estimularon a que buscaran otros horizontes, a algunos de ellos. No dejaron de ser brillantes artistas; no viven aquí, pero son pintores cubanos. Algunos lo que están haciendo ya no tiene nada que ver con lo que hacían, aunque son cosas muy buenas.
Los que tienen que ver con el hecho cubano, que es el antillano, caribeño, por ejemplo Tomás Sánchez, sabiamente han tratado de vincularse con la vida y procuran mantener un status muy cercano a cuando estaban aquí, incluso algunos periódicamente vienen. Una necesidad lógica, como la que tenemos nosotros de salir a buscar.
Entonces, lo que sí te puedo decir es que de esa generación mucha gente se perdieron. Como artistas. Muchos de ellos ya eran evidentemente destacados, y siguen siéndolo. Pero había muchos que tenían la posibilidad de serlo; realmente la confrontación en un mundo diferente, sin el apoyo que hubieran tenido desde aquí... se los comió el mercado.
Voy a México y me encuentro a algunos en el Bazar de Sábado, muchachos que estudiaron hasta en el ISA están allí vendiendo como si estuvieran en la Plaza de Armas. Se han visto en la necesidad para sobrevivir.
Conozco artistas muy destacados, más que esos todavía, que ya estaban consagrados aquí, que han tenido que hacer retratos. Están mal espiritualmente, económicamente. En algunos de los que se han ido de este país se murió el sentido artístico, algunos murieron de tristeza, y hasta alguien terminó en el suicidio.
Mucha gente se equivoca. En Cuba, es mi criterio, el artista que es bueno recibe un reconocimiento social que es difícil que lo tenga en otra nación. Es raro que un artista brasileño sea el número 1 en México.
Conozco artistas de diferentes países que no viven de su arte solamente, tienen que hacer otra cosa, enseñar, diseñar. Conozco a quienes eran profesores en el ISA y se fueron a hacer vida artística en España, pero no están pintando, están enseñando. Lo más que han logrado es, no en la Escuela de Arte de Madrid ni nada de eso, en una universidad donde se forman otro tipo de estudiantes, que el perfil es otro, que le den una plaza de profesor de Artes Visuales. No es fácil llegar a España, con esa tradición en pintura.
Si tuviera que deshacerse de toda su obra y solo quedarse con una...
En la actualidad hay una obra que está en Estados Unidos. Pensé que no se iba a comercializar, no tomé las medidas necesarias, le puse un precio altísimo, seis mil dólares, y se vendió.
Después de eso he hecho dos o tres que para mí han sido importantes y no las tengo. La medida que he tomado para que eso no vuelva a suceder, es que cuando quiero mucho una obra trato de que no se venda, y que si se vende se quede en Cuba.
Después que tomé esa decisión me ha ido bien, prácticamente muchos de mis amigos tienen una obra, como son buenos amigos no las tengo yo y las tengo yo. A veces uno se equivoca, pierde obra.
Hace poco murió una amiga; tenía el cuadro más importante de la década del 70. Vivía sola; la familia heredó lo que ella tenía y yo perdí el cuadro. Eso me duele.
Pienso que por problemas tal vez justificados, y en muchos casos no justificados, se ha descuidado mucho en este país el hecho de preservar, adquirir, cuidar y conservar la obra de arte.
Mucha obra que en estos años se está produciendo, para verla en un futuro vas a tener que ir a España, Estados Unidos. Sencillamente hay un mal trabajo en eso.
Te diría que los llamados especialistas en promoción y gestión del arte en Cuba, en su mayoría trabajan bastante mal. Son escasos los que saben dónde vive Antonio Vidal y qué pinta Antonio Vidal. Y le puedes preguntar a él quién lo ha visitado. Te estoy hablando de un Premio Nacional de Artes Plásticas. Con Julio Girona igual, Raúl Martínez, Sosabravo. Nunca se acercan al artista para sostener ningún tipo de conversación.
Quizás debiera existir algún tipo de regulación de que antes de vender una obra hay que ofertársela al Museo. Te doy la posibilidad de ser mi comprador, pero eso no me imposibilita de vender a otro.
¿La literatura y su obra?
Muchas de las cosas que pinto tienen que ver con la obra de determinado escritor. En el año 95 conocí a Manuel Orestes Nieto, simpatizamos y él me propuso trabajar en conjunto. Me dio un libro, El mar de los zargazos, que finalmente cuando lo presentó cogió el Premio Nacional de Literatura de Panamá. Toda lo que hice desde que lo conocí, todavía lo sigo haciendo, lo que ya incorporo otras cosas, tiene que ver con ese libro.
Antes me había dedicado a parte de la obra de Nicolás Guillén, García Márquez, y cuando me gradué en el ISA la tesis se llamaba Amores. Era una serie de litografías, cada una era una letra, a veces con toda intención no tan fácil de identificar.
Así conformé la palabra Amores. ¿De dónde sale esta idea? Del poeta Whitman. Mi libro de cabecera es Canto a mí mismo.
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