Podría pensarse que viniendo de una dictadura, tendría yo más amor por la democracia. Y más condescendencia al valorarla. Va a ser que no. Y es que la política me confunde. A los hechos os remito.
El Partido Popular ganó las elecciones con un programa electoral que luego no ha cumplido. Pero igual el hecho de que hayan mentido para lograr votos no es importante. En abril del 2009, al referirse a la vinculación con el caso Gürtel de Luis Bárcenas, y el eurodiputado Gerardo Galeote, Mariano Rajoy decía: "Ellos afirman su inocencia y yo estoy convencido de que nadie podrá probar que no son inocentes".
¿Cuando le creo? ¿Cuándo no miente? ¿En abril del 2009, o el pasado sábado cuando dijo?: "En este partido no se pagan cantidades que no hayan sido registradas en la contabilidad del partido ni que de cualquier otra manera resulten fiscalmente opacas. No es cierto que hayamos percibido dinero en metálico que hayamos ocultado al Fisco. Todas nuestras retribuciones se han ajustado a la más estricta legalidad a lo largo de todos estos años. Cualquier deducción de irregularidad alguna en nuestro comportamiento a partir de los papeles apócrifos que motivan esta situación no responde a la verdad, es total y radicalmente falsa."
Las palabras del presidente del gobierno han sido corroboradas ayer por el mismísimo Bárcenas: "existe una operación de acoso y derribo contra el partido y, especialmente, contra Mariano Rajoy orquestada por aquellos que no tienen otra forma de llegar al poder". Y entonces llegan a donde siempre: los que están en el poder culpan a la oposición de todos sus males. Todo se reduce a una conspiración de la izquierda. De seguro en los próximos días dirán que Pablo Gallego García, el autor de la petición UN MILLÓN DE FIRMAS PARA LA DIMISIÓN DE LA CÚPULA DEL PP (en www.change.org), es un hijo bastardo de Rubalcaba.
Lo de que Bárcenas mantuviese despacho en Génova, secretaria y coche oficial tampoco es raro. Lo de que Rajoy no cese a Ana Mato no nos debe oler a chamusquina. Y no lo digo por las innumerables sesiones de rayos UVA a las que se somete la ministra de Sanidad para mantener ese moreno, sino porque así explica que Jesús Sepúlveda, su exmarido que dimitió en 2009 al ser imputado en Gürtel, siga cobrando por el PP: "desde hace muchos años es empleado del PP. Mucho antes de tener responsabilidades políticas. Como miembro de la plantilla del PP, tiene unos derechos que hay que respetar."
Los acontecimientos de los últimos días son para leer muy entrelíneas. Que las filtraciones hayan confabulado a los diarios EL PAIS y EL MUNDO activa suspicacias, que hoy se desatan con la opinión de Luis María Ansón: "ha sonado la hora del retorno de Aznar. Es el dirigente popular con más autoridad en el partido, el que puede poner orden en la zozobra de Génova, regenerar los cuadros dirigentes, despiojar a los pepepijos, expeler a los presuntos sobrecogedores, embalsamar a los calandrajos, restaurar el prestigio perdido."
Tiemble Génova y la península entera. Desde el principio de tanto papel de váter (o de Bárcenas, que no es lo mismo pero es igual), y tanto Gürtel, intenté ignorar intereses ocultos y guerritas internas de peperos. Un eco me abofetea hoy: "España va bien".
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