Llegó el día. Pensaba en algo más ceremonioso, pero la realidad shockea. Larguísima espera de casi sesenta personas que estábamos citadas para la misma hora. Una jueza que nos pide que apaguemos nuestros teléfonos móviles, mientras él de ella suena sin que deje de atenderlo.
No deseaba nada solemne, porque para mí no es más que un mero trámite. Que ni era de allá, ni soy de aquí. Ser española importa para dejar de pedir visa en muchos sitios. Ni más ni menos, en mi caso. Es un desahogo sentir que el mundo es más tuyo, más asequible. Pobre pasaporte azul, ya estás arrinconado.
Felicidades, ya eres un poco mas persona. Besos
ResponderEliminarEl Yoyi
espero que hagas un performance y lo pongas en youtube.
ResponderEliminartus partes íntimas pueden cubiertas por un blur en el video, pero el pasaporte... ¡que se vea!
Yo lo celebré muy cerca de tu casa, Ania, en un bar que se llama, coincidentemente, Mudanzas. ¿Sabes cuál es? No sé por qué los pies me llevaron allí. Era por la tarde y el barman se asombró de que me pidiera un wisky de malta. ¡Felicidades, querida amiga! Al margen de lo que no nos interesa o no nos gusta de España, el "boniato" peninsular nos hace finalmente libres.
ResponderEliminarVerás que rápido te acostumbras, pero de repente te caes de la cama el día que visites Cuba, y tengas que sacar a relucir otra vez al jodido azul.
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