Soy la sombra que hace la foto a la añosa imagen. Con 44 años desando una nueva vida.
Empezar en Miami me concede reencontrarme con un pasado. Mi abuela paterna, en la foto, trabajaba cuando yo era niña en la cafetería del Focsa. Invoco ahora las cansinas pruebas médicas de la primera etapa de mi infancia. Después, como recompensa, me llevaban a donde abuela a comprar pasteles de queso. Los que como en los bakery de aquí saben levemente como aquellos. Aunque en mi memoria tengo otro gustillo.
Algo próximo me ocurre con una golosina en forma de hollejo de mandarina. No sé si tenía nombre, pero la sensación que dejaba en mi inexperto paladar es hasta hoy irrepetible. Por más que la he buscado.
Miami es los flamboyanes, como aquel de la escuela primaria en la que estuve a partir de tercer grado. Bajo sus ramas florecidas jugaba con mis amigos: Mirta Amelia, Aracelys, Maday, Fabién, José Miguel, Pepe, y tantos más. Y es también los imprevistos aguaceros, que según que días parece que no acaban.
A la ciudad de los 44 la observo todo el tiempo, aspirando a atraparla o a que me atrape. "Y así me escondo detrás de la puerta, para que la Realidad, cuando entra, no me vea"
Entrecomillado final tomado del LIBRO DEL DESASOSIEGO, de Fernando Pessoa.
Empezar en Miami me concede reencontrarme con un pasado. Mi abuela paterna, en la foto, trabajaba cuando yo era niña en la cafetería del Focsa. Invoco ahora las cansinas pruebas médicas de la primera etapa de mi infancia. Después, como recompensa, me llevaban a donde abuela a comprar pasteles de queso. Los que como en los bakery de aquí saben levemente como aquellos. Aunque en mi memoria tengo otro gustillo.
Algo próximo me ocurre con una golosina en forma de hollejo de mandarina. No sé si tenía nombre, pero la sensación que dejaba en mi inexperto paladar es hasta hoy irrepetible. Por más que la he buscado.
Miami es los flamboyanes, como aquel de la escuela primaria en la que estuve a partir de tercer grado. Bajo sus ramas florecidas jugaba con mis amigos: Mirta Amelia, Aracelys, Maday, Fabién, José Miguel, Pepe, y tantos más. Y es también los imprevistos aguaceros, que según que días parece que no acaban.
A la ciudad de los 44 la observo todo el tiempo, aspirando a atraparla o a que me atrape. "Y así me escondo detrás de la puerta, para que la Realidad, cuando entra, no me vea"
Entrecomillado final tomado del LIBRO DEL DESASOSIEGO, de Fernando Pessoa.
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