Del montón de noticias que leo cada día, algunas me sobrecogen especialmente. Café Fuerte titulaba: "Grupo teatral aboga en Washington por la libertad de los cinco espías". Hasta ahí todo "normal", sino fuese porque el grupo en cuestión es La Colmenita, y está formado por 22 niños de entre 6 y 15 años.
Desde la redacción de Café Fuerte se precisaba además que habían sido invitados por la Fundación Brownstone y el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco.
Los detalles impresionan. Café Fuerte describe que los niños-actores han sido recibidos por dos congresistas demócratas, y luego conversaron telefónicamente con Gerardo Hernández, uno de los Cinco. Se ofrecen más pormenores de esta visita de La Colmenita y las presentaciones que se sucederán en Washington, Nueva York y San Francisco. Otra congresista, republicana ella, ha cuestionado la presencia del grupo teatral en Estados Unidos y se preocupa por estos intercambios culturales.
El mezclar a los niños con la política es nauseabundo, aunque bastante usual en el mundo en que vivimos. Este niño de la foto, al lado de la congresista, ¿sabe de qué va la historia?, ¿quién es esta señora?, ¿por qué otra, del otro partido, no aplaudirá sus funciones?
Sentí igual repulsa, hace más de diez años, cuando mi sobrina de 5 llegó a casa diciendo que la maestra le había dicho que Fidel Castro era el papá de todos los niños cubanos. O hace muy poco, cuando alguien muy cercano a mí me explicaba que a su hijo, que recién comenzó el prescolar en La Habana, una de las primeras tareas que le han puesto es saber exponer qué son los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
¿Qué pervertido fin nos impide dejar a la infancia crecer? Cada padre es responsable de cómo educa a sus hijos, pero ¿por qué permitimos este manoseo de la inocencia? ¿Por qué mezclar lo cándido con la politiquería?
Foto tomada de Café Fuerte
muy bueno, Ania, con todos los pelos y señales. Un abrazo de papá.
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