“Ese hombre está
loco”, se escucha muy a menudo por estos días. Las primeras semanas de gobierno
de Donald Trump han sido a golpe de vetos, prohibiciones y tuits de @realDonaldTrump,
que no han faltado.
El historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze ha
afirmado durante un reciente programa en la cadena Televisa: “creo que Trump tiene una forma de la demencia, un mal
psicológico, (es) megalómano, narcisista, paranoico… borda en la locura”.
Krauze es además ingeniero, en 1991 fundó la Editorial Clío y
desde 1999 dirige la revista Letras
Libres. En el diario Reforma
apareció su artículo “Calígula en Twitter”, en el que el historiador va más
allá: “No está en nuestras manos detener el tsunami narcisista. Y no podemos
tapar el sol con un dedo. Pero sí podemos evitar que la luz negra de ese sol
nos devore… Mientras Calígula tuitea, cuidemos lo que nos hace personas”.
Otra voz que se ha alzado asegurando que el presidente de los
Estados Unidos padece algún tipo de enfermedad mental es la de Paul Krugman,
premio Nobel de Economía y articulista del New
York Times. En un tuit proclamó: “es un presidente que obviamente tenía una
enfermedad mental en el preciso momento que tomó posesión”.
La salud mental del actual inquilino de la Casa Blanca
comenzó a preocupar a algunos incluso durante la campaña. En agosto de 2016, la
congresista demócrata Karen Bass inició una campaña en change.org que alcanzó
28 mil firmas en una semana. “Es totalmente posible que algunas personas con
trastorno narcisista de la personalidad funcionen en muchas carreras, pero no
en la presidencia de Estados Unidos. Merecemos conocer lo mejor posible el
estado de salud mental de Trump antes de ir a votar”, prevenía. “Su
impulsividad y falta de control sobre sus propias emociones son motivo de
preocupación. Es nuestro deber patriótico plantear la cuestión de su
estabilidad mental”.
Dan McAdams, profesor de Psicología de la Universidad de
Northwestern en Evanston (Illinois), admite en un análisis en The Atlantic que hasta cierto punto es
saludable que los altos cargos desprendan algo de narcisismo. McAdams realizó
su doctorado en Psicología y Relaciones Sociales en la Universidad de Harvard,
y en Northwestern imparte cursos de Psicología de la Personalidad. En su
opinión, Donald Trump parece estar “fuera de los límites. La manera en cómo
habla de sí mismo todo el tiempo...es demasiado”.
Scott Lilienfield, Doctor en Psicología Clínica por la
Universidad de Minnesota e integrante del Departamento de Psicología de la
Universidad de Emory (Atlanta) ha estudiado el nivel de narcisismo mostrado por
diferentes presidentes de los Estados Unidos. Concluye: “¿Es el narcisismo de
este individuo tan alto que podría estar en el extremo superior de la curva,
cruzando la raya de lo saludable?”. En su opinión Trump no está “fuera de
contacto” con la realidad.
Robert J. Sternberg, psicólogo experto en cuestiones como la
inteligencia, la creatividad, la vida en pareja o el éxito, fue también
presidente de la Asociación Americana de Psicología. Actualmente es profesor
especializado en las universidades de Yale y de Cornell. En una entrevista a www.onemagazine.es, antes de que Donald
Trump se proclamase vencedor frente a Hillary Clinton, valoraba: “los
candidatos narcisistas, cuya preocupación principal en la vida es quererse a sí
mismos -y sólo así mismos-, a menudo son muy convincentes porque van a decir o a
hacer lo que sea necesario para ganar y obtener poder. No se preocupan en absoluto
por los demás, por lo que no se sienten mal por engañar. Para ellos no se trata
de un buen liderazgo, sino más bien de auto-mejora”.
En los criterios enunciados se remarca el narcisismo de
Trump. Según la psicología clínica, el trastorno de personalidad narcisista se
manifiesta en un exagerado egocentrismo, una preocupación extrema por sí misma
y la falta de empatía con el prójimo. Mas, ¿es posible hacer un diagnóstico de
trastorno de la personalidad narcisista mediante la observación?
Acudimos a dos expertos no tan viciados, presumiblemente, por
la actual polarización de la sociedad estadounidense. Tampoco votaron en las
pasadas elecciones de noviembre ni a republicanos ni a demócratas. Gustavo
Daniel Levit Iritz es Doctor en Psicología Clínica. Actualmente trabaja en la
Clínica Quirón Teknon, de Barcelona; y hace coaching y asesoría a directivos de
la Fundación la Caixa, Abertis, Saba y Cellnex. También estuvo durante 3 años
en los Departamento de Psiquiatría del Hospital del Mar y del Hospital de Sant
Pau, y fue profesor de la Universitat Ramon Llull de Blanquerna.
Levit Iritz apunta que los diagnósticos de trastornos de
personalidad se basan en las actitudes de la personas pero también en el
entorno, “no sólo en cómo se comportan externamente”. Y aclara: “con sólo lo que proyecta en sus
actitudes en público no puede darse un diagnóstico”.
Para el Doctor en Psicología Clínica: “Donald Trump más allá
de las ansias de demostrar poder o necesitarlo, muestra una especie de venganza
a todos y todo”.
Danielle Molina Stajnsznajder es licenciada en Psicología por
la Universidad de Barcelona. Tiene experiencia como psicóloga sanitaria y
docente, tanto en el ámbito académico-universitario como en talleres y
seminarios de capacitación y desarrollo personal. Lleva a cabo formación,
asesoramiento, estimulación cognitiva y psicoterapia en su consulta privada y en
otros centros. Además es la autora del blog www.psicologiadecafe.com.
Molina Stajnsznajder valora la posibilidad de hacer un
diagnóstico de trastorno de la personalidad narcisista mediante la observación:
“Para diagnosticar un trastorno de la personalidad ha de confirmarse un patrón
de conductas y de experiencias internas, que está generalizado, es estable y se
mantiene al menos desde la adolescencia. Al diagnosticar mediante la
observación de conductas debería tenerse información veraz y continuada del
sujeto desde una edad temprana hasta la actual, cuestión fácil de conseguir
cuando se analiza a celebridades por la ingente información en los medios y las
redes sociales. Pero faltarían las experiencias internas, difíciles de
reconocer sin entrevistas clínicas, y algún soporte como un test de
personalidad. No obstante, de un personaje mediático, que interactúa en redes sociales
y que ha hecho muchas declaraciones, podrían hallarse comentarios sobre cómo se
ve a sí mismo y percibe el mundo, sus relaciones con los demás, etc. Por
ejemplo, con demostraciones de que se siente superior, utiliza y/o explota a
las personas, su falta de empatía o afán de poder, se conformaría el mosaico de
su personalidad narcisista”.
La psicóloga y bloguera Danielle Molina Stajnsznajder especifica
que “para diagnosticar un trastorno de personalidad los rasgos deben producir
malestar intenso o deterioro del funcionamiento (laboral, interpersonal...).
Así, en una persona de éxito puede complicarse el diagnóstico si no se tienen
pruebas de que padezca por ser como es y/o que le repercuta en una o más
esferas de su vida. Con suficientes pruebas a favor se podría confirmar el
trastorno, sino habría que concluir que se trata de una persona con rasgos
narcisistas, que cumpliría muchos criterios diagnósticos pero al que no se
puede diagnosticar formalmente”.
Cuando le preguntamos por los márgenes de error que suelen
tener estos diagnósticos, el doctor
Levit Iritz explica: "Todos los diagnósticos se hacen a través de la
observación y de entrevistas continuadas con
el paciente. Un trastorno de la personalidad narcisista presenta una
serie de características que pueden ser, según los psiquiatras, tener un
grandioso sentido de autoimportancia, preocuparse por fantasías de éxito
ilimitado, creer que él es especial y único, además de exigir de los demás una
admiración excesiva. Son individuos muy pretensiosos, suelen tener expectativas
irracionales y sacan provecho de los demás para conseguir sus logros, careciendo
de una empatía real. Un narcisista es incapaz de reconocer los sentimientos y
necesidades de los otros. A su vez presenta comportamientos y actitudes
arrogantes o soberbias”.
Levit Iritz precisa que el diagnóstico se puede hacer
observando las conductas, pero de forma continuada y con técnicas de
observación. “No se trata de que el
margen de error sea bajo o alto, sino de que se incurra en otros trastornos más
severos. Yo pienso que Trump más que un narcisista es un psicópata”.
La experiencia de Levit Iritz también está asociada con temas
de recursos humanos y análisis de personal en diversas empresas de Europa.
Entrevista y realiza encuestas a directivos y trabajadores para análisis de
personalidad y grados de satisfacción. Utiliza, entre otra, una técnica de mediante
una fotografía, dividiendo la cara en dos, definir a las personas. En el
procedimiento se escinden e integran las dos mitades faciales, y se observan
los efectos del control hemisférico sobre la expresión facial. Luego se hace el
análisis neuropsicológico de las emociones.
Ante la foto de Donald Trump que acompaña este post, el doctor en Psicología
Clínica nos revela: “no se nota descompensado, pero es un déspota. Preocupante
que no se percibe nada de emociones. Es totalmente consciente de cómo actúa y
de las cosas que hace”.