jueves, 6 de octubre de 2011

ISLOTES

Cuando estudiaba en la Universidad, un amigo que ahora vive en Londres escribió algo. Hablaba de mí, no sé si él lo recuerda, como de alguien triste. Más bien, muy triste. Pero que lo disimulaba. Ha pasado bastante tiempo, y en estos días calamitosos, me siento desbordada.
Nada, nadie, es lo que parece ser. Igual ni yo misma. Es afanoso compartir: una conversación, un instante, pocos minutos. Los móviles no suenan, y si la melodía interrumpe nuestra exaltada quietud,  dejamos que el ruido se apague solo.
Cada quien habita un islote egocéntrico. Evitamos escuchar los pesares del otro, con el pretexto de que bastante tenemos cada uno con nuestros propios abatimientos.
Pasan los días, los meses, los años. Quienes eran amigos se convierten en extraños. Y una mañana, aparece un intruso en tu islote reclamando cordialidad. Y solo te queda desdén para cederle.

1 comentario:

  1. Amiga querida: desde esta península enorme, que siento como una isla, vaya ud a saber por qué, definitivamente no continente, no tierra firme, te escribo para decirte que a mi islita personal eres bienvenida cuando quieras. Aquí las cosas se resisten a cambiar, y por esas fidelidades de mi corazón, hay quien me dice: "mija, te va a matar la nostalgia"... pero nada de eso. Yo vivo en mi presente, y trato de encauzar mi futuro, pero mi raiz está bien nutrida de todo lo que fue, y mi savia no olvida.
    También soy de los tristes felices, que le vamos a hacer, esa mezcla es el sabor que nos toca.
    Te abraza desde lejos pero siempre cerca
    Silvita.

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